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  • Foto del escritorMarco Fernández Ríos

Las Flaviadas para liberarse del coronavirus

La Fundación Flavio Machicado Viscarra ofrece sus acostumbrados conciertos de música de los sábados a través de internet


El tocadiscos empieza a funcionar, la aguja cae sobre el disco de vinilo y comienza a escucharse las dulces notas de Para Elisa, composición de Ludwing van Beethoven. Así inicia la sesión musical de Las Flaviadas, una tradición paceña que tiene más de ocho décadas de vigencia, que se convirtió en Flaviadas, temporada de cuarentena.

Desde 1938, la zona de Sopocachi se solaza con sesiones de música gracias a la iniciativa de Flavio Machicado Viscarra. Desde aquellos tiempos —todos los sábados en al anochecer—, este divulgador de la cultura reunió a amigos con el fin de escuchar algún disco de vinilo, una costumbre que fue continuada a través de sus descendientes, gracias a la Fundación Flavio Machicado Viscarra.




La sala ubicada en la avenida Ecuador luce como si fuese recién estrenada. El piso de madera está reluciente; los últimos rayos solares —tal vez obnubilada por las notas— ingresan tímidos por las ventanas, mientras que un equipo Fisher de alta fidelidad y una tornamesa Stanton Direct Drive posibilitan la reproducción de discos de 78 RPM y 33 RPM (revoluciones por minuto).

Como consecuencia del nuevo coronavirus, los encuentros en la bella estancia sopocacheña se han suspendido, mas no así las melodías, que en esta ocasión se pueden escuchar a través de un enlace de internet (https://www.mixcloud.com/LasFlaviadas/las-flaviadas-temporada-de-cuarentena-29-de-agosto/).




Con Eduardo Machicado en el guion y en la voz, Isaac Rivera en la edición, Cristina Machicado en la producción y Charito Murillo como asistente de producción, Las Flaviadas - temporada de cuarentena, de este sábado 29 a agosto llega a todos los rincones, no sólo de Sopocachi, a través de Ludwig van Beethoven, con Cuarteto Nº 3, opus 18; Claude Debussy, con Suite Bergamasque y 2 Arabescos, Alfred Schnittke, con Sonata para Chelo Nº 1, y Coriún Aharonián, con Digo, es un decir.



“Tengo la esperanza de haber sido útil y como siempre, un abrazo”, manifiesta Eduardo Machicado para terminar el programa. Así es que basta ingresar en el enlace, acomodarse bien, cerrar los ojos, escuchar la sesión musical y transportarse al tradicional salón con chimenea de Sopocachi, donde esperan 8.000 discos de vinilo para ser disfrutados.


Texto: Marco Fernández Ríos
Fotos: Fundación Flavio Machicado Viscarra
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