Un recorrido por los cuatro pisos ecológicos que llevan a Zongo, donde se disfruta de montañas a 4.500 msnm, páramos y un bosque tropical a 900 msnm
Desde las montañas donde el frÃo y la nieve dominan la altipampa, pasando por caminos serpenteantes dominados por nubes caprichosas, generadores de energÃa eléctrica, iglesias coloniales, hasta bosques húmedos, Zongo tiene un final. Ése es el objetivo de un viaje que permite conocer un recurso natural del municipio paceño.
Alejarse de la zona urbana en tiempos del COVID-19 es una bendición. De a poco, a las calles van regresando los vehÃculos públicos y privados, además de la gente que preocupada camina con el barbijo para evitar contagiarse con la pandemia.
Es necesario salir después de tantos meses de cuarentena rÃgida, más de 120.000 personas infectadas y casi 70.000 recuperadas, de acuerdo con datos con del Gobierno boliviano.
El vehÃculo y los tripulantes se alejan de todo ello para tomar un camino camino de tierra, primero por Milluni y después al campo base del Huayna PotosÃ, aproximadamente a 4.500 msnm, un área frÃa, con nubes que se mueven constantemente y un cerro que luce incólume.
Desde ahÃ, el camino se hace sinuoso y desciende por entre los incontables cerros, acompañado casi en todo momento por el rÃo Zongo, que surge por el deshielo de los nevados. Debido a lo agreste del terreno hay pocas comunidades, éstas pequeñas y atractivas, como Botijlaca, donde se encuentra el rÃo Viscachani, de tono verduzco, al pie del nevado Tikimani.
Más abajo se encuentra Cañaviri, donde está la iglesia Santa MarÃa Asunta, construida en el siglo XVII, una infraestructura hecha de piedra, cáñamo y pajas, que desde el año pasado dejó de lucir su campanario, debido al derrumbe de la torre.
Los otros atractivos en el recorrido son las ocho plantas generadoras de energÃa eléctrica, que muestran construcciones grandes, donde pareciera que el trabajo es constante, tomando en cuenta que se debe concluir las obras antes de la época de lluvias, que ocasiona riadas, como la que ocurrió en febrero de 2018, que perjudicó a 32 comunidades, con un colegio enterrado en el fango, puentes arruinados y caminos destruidos.
Durante tres horas se pasa por cuatro pisos ecológicos, desde el cementerio de Milluni y los nevados, pasando por páramo yungueño, ceja de monte hasta un bosque húmedo tropical. Es ahà donde termina el camino carretero y hay que empezar a caminar por un sendero alfombrado por hojas, con el acompañamiento del canto de aves, vistas de incontables cerros llenos de árboles y el rÃo que continúa bajando hacia los Yungas.
SÃ. Hace falta llegar al final del camino para seguir sorprendiéndose con la naturaleza, una cascada de 15 metros, con puentes hechos con troncos y unas pozas que invitan a descansar por un momento de las preocupaciones a 3.600 metros de altura.
Texto y fotos: Marco Fernández RÃos